| Editorial

Guillermo Estrella Ramia en "Best Lawyers Dominican Republic"

Nuestro Socio Gerente, Guillermo Estrella Ramia, ha sido reconocido en la publicación "Best Lawyers Dominican Republic" de Mercado Media Network, bajo la categoría de Solidez Contemporánea, por su desempeño "al frente de una firma vanguardista y calificada, que genera valor por la excelencia en sus operaciones y servicios, y que promueve el desarrollo personal y el trabajo en equipo".

Esta publicación honra el trabajo de los abogados destacados que han aportado a la práctica legal de la República Dominicana, presentando una obra en la que se nombran y reconocen las figuras legales que ejemplifican los más altos estándares de compromiso y ecuanimidad en el país.

Es por tanto, que resulta de gran honor encontrar el reconocimiento al licenciado Estrella junto a los nombres de otros grandes abogados que a lo largo de la historia han marcado una huella y han sentado importantes precedentes en la consolidación de la justicia y el estado de Derecho.

Esta hace un repaso por su trayectoria académica que abarca una licenciatura en derecho en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, un posgrado en Derecho Societario y Comercial y una maestría en Derecho de los Negocios Corporativos de la misma universidad; posee un posgrado en Resolución de Conflictos y Estrategias de Negociación de la Universidad de Castilla-La Mancha en España, y ha cursado los programas “Managing for Lawyers” de Babson College y de la Escuela de Dirección de la Universidad de Yale en Estados Unidos. Adicionalmente, posee estudios en propiedad intelectual, derecho de las tecnologías de la información y comunicación, liderazgo empresarial y derecho inmobiliario.

La publicación destaca su enfoque en el diseño, estructuración y materialización de transacciones de negocios para clientes nacionales e internacionales, así como el asesoramiento en materia de mediación, resolución alternativa de conflictos, negocios corporativos, transacciones y contrataciones comerciales, incursión en mercados financieros e inversión estratégica en el desarrollo de proyectos de distintas áreas de la economía.

Esto lo ha llevado a formar parte integral de "una de las propuestas de desarrollo del sector eléctrico y energía renovable más ambiciosa de los últimos años", así como desempeñar un papel preponderante en proyectos de alto impacto para el desarrollo industrial, turístico y financiero del país.

"Gracias a su visión de liderazgo, Guillermo Estrella ha convertido a la firma Estrella & Tupete, Abogados en un referente de innovación y excelencia así como líder del mercado jurídico nacional".

Además de este reconocimiento, su labor lo ha hecho merecedor de premios y reconocimientos en el ámbito jurídico y empresarial, los cuales han destacado su trayectoria profesional así como la reputación y buenas prácticas empresariales que ha consolidado para su Firma durante sus dos décadas de trabajo.

| Procedimiento civil

La toga y el birrete: ¿pueden suprimirse?

Dicen que en la antigüedad la toga era una prenda de vestir usada como distintivo de una clase social. Hoy en día, la toga es un símbolo de solemnidad en los tribunales y en graduaciones académicas.

En los tribunales dominicanos, con excepción de aquellos de niños, niñas y adolescentes, es obligatorio el uso de toga y birrete, en virtud del artículo 11 de la Ley número 821 de Organización Judicial de 1927. Ese texto establece el material de que debe estar confeccionada la toga, así como sus medidas:

“La toga será de alpaca o seda negra lisa con un cuello cuadrado en la espalda, de 20 pulgadas de largo por 17 pulgadas de ancho y que se continúa en la parte delantera de cada lado de la abertura del frente con una franja de 7 pulgadas de ancho hasta el ruedo y unida al borde de la toga. El cuello y estas franjas serán de tela negra, lisa, brillantes y forrados. La toga será lisa excepto el paño de atrás que será tachonado a partir de la cintura. Las mangas serán tachonadas en el hombro y con una bocamanga de 6 pulgadas de ancho, y de la misma calidad de la tela del cuello y de las franjas.

El color de las bocamangas será como sigue:

a) Para los jueces de la Suprema Corte, morado obispo;
b) Para los jueces de las cortes de apelación y del Tribunal de Tierras, la mitad superior, morado obispo y la otra mitad negra;
c) Para los jueces de primera instancia, negra con un filete morado obispo de un cuarto de pulgada de ancho en el borde superior;
d) Para los procuradores generales y procuradores fiscales, negra y azul copenhague en la forma usada por los jueces de las cortes o tribunales donde ejercen sus funciones;
e) Para los abogados, la bocamanga será negra”. (La bocamanga es la parte inferior de la manga, por donde sobresale la mano)”.

La ley que mencionamos, en su artículo citado, también indica cómo debe ser el birrete:

“El birrete será hexagonal, de color negro y confeccionado en el mismo material del cuello de la toga. Deberá llevar una borla redonda de hilos de seda, en el centro de la parte superior. Esta borla será de color morado obispo para los jueces, azul copenhague para los procuradores generales y los procuradores fiscales y blanca para los abogados”.

La ley establece otra formalidad adicional en el vestir para las audiencias: el uso de camisa blanca y corbata negra.

Desde que yo era estudiante de Derecho, algunos propugnaban, en los pasillos universitarios, por la eliminación de la toga y el birrete. Esa discusión la he escuchado en algunos corrillos judiciales. El argumento más común: en un país tropical, con unas salas de audiencia en las cuales, en su mayoría, no hay aire acondicionado, es una verdadera molestia estar todo el tiempo con una ropa “prieta”. ¡Sobre todo en las audiencias penales de fondo, de duración maratónica!

Ciertamente, en muchos países solo los jueces usan togas y no llevan el birrete calado. Ejemplo de ello ocurre en los Estados Unidos. Me viene a la mente el famoso “juicio del siglo”, seguido a O. J. Simpson por el asesinato de su esposa y un amigo, entre 1994 y 1995. Solo tenía toga puesta el juez Lance Ito, ni Johnny Cochrane, ni el famoso “dream team” de la defensa llevaba toga, tampoco los persecutores, encabezados por Marcia Clark. Los hombres iban con la formalidad de saco y corbata y las mujeres con traje formal.

Es bueno apuntar que, en la República Dominicana, hasta la Ley de Organización Judicial de 1927, no era obligatorio el uso de toga y birrete. Sin embargo, había un uso. Muestra de ello es la fotografía de Tomás Bobadilla y Briones, primer presidente dominicano en 1844, en la cual se distingue claramente el birrete y la vestimenta formal.

Recuerdo que en mis tiempos de juez, en el Palacio de Justicia de Santiago, participé en sondeos informales entre jueces respecto al uso de toga y birrete: la mayoría estaba de acuerdo en que su uso debía mantenerse como un símbolo de solemnidad estandarizado. Razonaba alguno que si no se definía claramente cuál era la formalidad exigida, nos arriesgaríamos a que cada quien interpretara “vestimenta formal” como le diera la gana y que ello condujera a una falta de respeto cotidiana del orden que debe primar en los salones de audiencia.

En algunos tribunales interpretan esto hasta excesivamente. Recuerdo que una distinguida colega y exalumna tenía su camisa blanca, su corbata negra y su toga y birrete conforme la ley. Tenía además, una chaqueta color mamey sobre su blusa blanca. La secretaria del tribunal le urgió que se quitara la chaqueta, antes de que quien presidía el tribunal se lo exigiera.

Mientras tanto, todos seguiremos usando toga y birrete en la República Dominicana. Y el que tenga calor que lleve su abanico.

| Virtudes de la abogacía

Pautas para mejorar la comunicación profesional

La educación es un punto cardinal en la agenda nacional y el porqué no es extraño para ningún dominicano. Lejos de los problemas presupuestales, de la necesaria construcción de escuelas y de los sueldos de los maestros, la educación va mucho más allá que enseñar a leer y escribir, pero esto quizás no lo advertimos cuando una persona llega a un nivel académico profesional. Cabe preguntarnos entonces, ¿sabemos los profesionales leer y escribir correctamente? La respuesta es simple y alarmante: no siempre.

La preocupación sobre el correcto uso del idioma en nuestro país está bien justificada. Descontando aquí el hecho de que los profesionales somos ignorantes en las áreas que se encuentran fuera de nuestra disciplina, dejamos mucho qué desear al escribir con deficiencias en el uso del español, con el escaso conocimiento disciplinar que demostramos muchas de las veces en la exposición de algún tema y con el bajo nivel de comprensión de textos en general. Así que, por más que quisiéramos reducir la educación base al conocimiento de las habilidades de leer y escribir, nuestro problema es mucho más profundo y crítico.

El profesional de hoy día tiene tantas herramientas a su alcance para lograr el conocimiento, que se olvida de lo básico. Ejemplo de esto es que se “come” las tildes, olvida que las preguntas directas deben encerrarse en signos de interrogación (¿?) y escribe cuchucientas palabras en un párrafo de una sola oración. Todo esto es solo una muestra del descuido y de las dificultades con el uso de nuestro idioma. Definitivamente hace falta un cambio, pero un cambio que nazca de nosotros mismos. En este artículo presentaré mis consejos para vencer algunos de los errores más comunes que afectan la comunicación profesional.

Hay que tener presente que del profesional –sin importar el área– se espera una alta calificación. Esto implica, y es especialmente relevante para las profesiones liberales como contadores, abogados y médicos, ser competentes en la escritura. Para ilustrar con ejemplos esta postura, imaginemos el pan de cada día: escribir un correo electrónico. Una vez recibí un correo con tan mala puntuación que no entendí que mi colega me hacía una pregunta, sino que interpreté que me estaba reportando algo que había sucedido. Es posible que ella pensara que por ser nosotras de la misma profesión, yo la entendería, pero, ¡nada más lejos de la realidad! Por esta razón recomiendo releer los escritos y ponerse en el lugar del lector. Es aconsejable hacerse la pregunta: ¿entenderá mi lector lo que quiero comunicar? Es muy probable que usted pueda detectar sus propios errores si lee detenidamente lo que ha escrito sin darle a las palabras la entonación que usted le daría con su voz.

Otro punto sumamente importante es tomar en cuenta el tipo de escrito que se quiere redactar, porque no es lo mismo rendir cuentas de un proyecto que elaborar un escrito de defensa. El primero corresponde a la estructura de un informe –incluso, muchas veces técnico–, mientras el segundo es un ensayo argumentativo. Para trabajar este aspecto en la escritura existen muchos libros prácticos, instructivos en línea e incluso talleres que ofrecen instituciones educativas y empresariales.

Un tercer punto es distinguir el nivel del lector a quien se dirige su escrito. Este elemento tiene dos vertientes: una es que el nivel de la instrucción del lector determinará el vocabulario a emplear, y la segunda es que resulta importante determinar qué tan enterado está mi lector de lo que se expone en el escrito. De modo que, si soy abogada y dirijo mi escrito a un juez, pues la terminología jurídica será entendida por el lector; caso contrario de si dirijo una carta a mi cliente. En cuanto a la segunda vertiente, tendré que dar mayores detalles de mi exposición en un informe si lo rindo a una junta directiva que no está al tanto de mis actuaciones, a diferencia de si dirijo el mismo informe a mi superior inmediato, quien conoce mejor el proyecto del que le rindo cuentas.

Hasta ahora hemos visto puntos muy prácticos que pueden ayudar al profesional a tener una perspectiva más completa al momento de escribir. Sin embargo, no hemos mencionado todavía aquellas prácticas que pueden mejorar el uso del idioma y la ortografía en general. Podrían parecer muy básicas, pero las que enumero a continuación son las prácticas que nos pueden ayudar a superar deficiencias en la comunicación profesional:

1. Lo principal es leer. Leer todo lo que llegue a nuestras manos es una práctica sana, pero hace falta también seleccionar buenos textos para cultivar el vocabulario y ejercitar la lectura comprensiva. También es necesario incluir en las lecturas seleccionadas obras de literatura o de áreas del saber distintas a la que ejercemos, para evitar limitar nuestros conocimientos a los de la propia profesión.

2. Realizar ejercicios de escritura. Puede ser tan sencillo como leer un artículo del periódico y escribir un comentario de dos párrafos al respecto, o buscar en nuestros archivos algún informe o escrito y mejorarlo.

3. Practicar la buena ortografía. Esto se logra dando igual importancia a la ortografía empleada en el chat de WhatsApp –por poner un ejemplo–, que en un informe para un cliente. Esto nos permitirá tomar conciencia de nuestra propia escritura y de los errores que normalmente cometemos.

Un profesional no puede evitar leer y escribir, pero debe procurar hacerlo bien y mejorar con el tiempo. Esto garantiza una mayor competencia profesional y una comunicación más efectiva.

| Virtudes de la abogacía

¿Qué se siente?

Durante muchos años, 17 para ser exactos, ocupé el cargo de Juez, primero en una sala civil de Santiago y luego en el Tribunal Superior de Tierras del Departamento Este. Luego de todos esos años, decidí que había llegado la hora de buscar otros rumbos profesionales y personales. Así lo expresé en mi carta de renuncia, dirigida al Consejo del Poder Judicial, en fecha 6 de abril de 2015, con efectividad el 1 de mayo.

En fin, que el día 5 de mayo me reintegré al ejercicio de la profesión de abogado; al día siguiente, me tocó subir a audiencia por primera vez, “del otro lado”. Desde ese entonces, la pregunta que más me han hecho, propios y extraños es: ¿qué se siente? Me la han hecho mis padres, hermanos, amigos, colegas, alumnos y hasta desconocidos.

Para no desentonar con la moda de publicarlo todo en las redes sociales, he colgado algunas fotos de mi “nueva vida”; el número de likes queda como testimonio evidente de la curiosidad de mis amigos virtuales. Y es que, durante todos esos años, se me asociaba con el estrado, con la toga de Juez. Mi profesor, amigo y colega José Luis Taveras me dijo, cuando le hice partícipe de mi decisión: “pero si usted es un hombre de mallete”, como queriendo decir que no me veía en otro lado del estrado que no fuera el de administrador de justicia.
Mi respuesta a la cuestionante plasmada en el encabezado de este artículo seguramente habrá sorprendido a más de uno: nada especial. Desde antes de renunciar, comencé a mentalizarme, a tomar conciencia de que ya no sería juez sino abogado en ejercicio, y por lo tanto, mi manera de pensar también tenía que variar en consecuencia o, para estar en la onda, tenía que cambiar el chip.

La transición la ha facilitado el lugar que escogí para retornar al ejercicio profesional: la firma Estrella & Tupete, Abogados, donde me he encontrado con la particularidad de que todos los abogados, empezando por el Socio Gerente, han sido mis alumnos. Por eso, muchos me llaman profesor, apelativo que no me desagrada, y me he sentido querido, respetado y bienvenido desde mi llegada.
De lo que relato hace solo dos meses y poquitos días, aunque parece como si fuera hace años. Quizás cuando cumpla 17 años de mi nuevo inicio en el ejercicio, esté en condiciones de dar una mejor respuesta a la pregunta que da título a esta breve reflexión: ¿qué se siente?

| Editorial

Guillermo Estrella Ramia en "Best Lawyers Dominican Republic"

Nuestro Socio Gerente, Guillermo Estrella Ramia, ha sido reconocido en la publicación "Best Lawyers Dominican Republic" de Mercado Media Network, bajo la categoría de Solidez Contemporánea, por su desempeño "al frente de una firma vanguardista y calificada, que genera valor por la excelencia en sus operaciones y servicios, y que promueve el desarrollo personal y el trabajo en equipo".

Esta publicación honra el trabajo de los abogados destacados que han aportado a la práctica legal de la República Dominicana, presentando una obra en la que se nombran y reconocen las figuras legales que ejemplifican los más altos estándares de compromiso y ecuanimidad en el país.

Es por tanto, que resulta de gran honor encontrar el reconocimiento al licenciado Estrella junto a los nombres de otros grandes abogados que a lo largo de la historia han marcado una huella y han sentado importantes precedentes en la consolidación de la justicia y el estado de Derecho.

Esta hace un repaso por su trayectoria académica que abarca una licenciatura en derecho en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, un posgrado en Derecho Societario y Comercial y una maestría en Derecho de los Negocios Corporativos de la misma universidad; posee un posgrado en Resolución de Conflictos y Estrategias de Negociación de la Universidad de Castilla-La Mancha en España, y ha cursado los programas “Managing for Lawyers” de Babson College y de la Escuela de Dirección de la Universidad de Yale en Estados Unidos. Adicionalmente, posee estudios en propiedad intelectual, derecho de las tecnologías de la información y comunicación, liderazgo empresarial y derecho inmobiliario.

La publicación destaca su enfoque en el diseño, estructuración y materialización de transacciones de negocios para clientes nacionales e internacionales, así como el asesoramiento en materia de mediación, resolución alternativa de conflictos, negocios corporativos, transacciones y contrataciones comerciales, incursión en mercados financieros e inversión estratégica en el desarrollo de proyectos de distintas áreas de la economía.

Esto lo ha llevado a formar parte integral de "una de las propuestas de desarrollo del sector eléctrico y energía renovable más ambiciosa de los últimos años", así como desempeñar un papel preponderante en proyectos de alto impacto para el desarrollo industrial, turístico y financiero del país.

"Gracias a su visión de liderazgo, Guillermo Estrella ha convertido a la firma Estrella & Tupete, Abogados en un referente de innovación y excelencia así como líder del mercado jurídico nacional".

Además de este reconocimiento, su labor lo ha hecho merecedor de premios y reconocimientos en el ámbito jurídico y empresarial, los cuales han destacado su trayectoria profesional así como la reputación y buenas prácticas empresariales que ha consolidado para su Firma durante sus dos décadas de trabajo.

| Procedimiento civil

La toga y el birrete: ¿pueden suprimirse?

Dicen que en la antigüedad la toga era una prenda de vestir usada como distintivo de una clase social. Hoy en día, la toga es un símbolo de solemnidad en los tribunales y en graduaciones académicas.

En los tribunales dominicanos, con excepción de aquellos de niños, niñas y adolescentes, es obligatorio el uso de toga y birrete, en virtud del artículo 11 de la Ley número 821 de Organización Judicial de 1927. Ese texto establece el material de que debe estar confeccionada la toga, así como sus medidas:

“La toga será de alpaca o seda negra lisa con un cuello cuadrado en la espalda, de 20 pulgadas de largo por 17 pulgadas de ancho y que se continúa en la parte delantera de cada lado de la abertura del frente con una franja de 7 pulgadas de ancho hasta el ruedo y unida al borde de la toga. El cuello y estas franjas serán de tela negra, lisa, brillantes y forrados. La toga será lisa excepto el paño de atrás que será tachonado a partir de la cintura. Las mangas serán tachonadas en el hombro y con una bocamanga de 6 pulgadas de ancho, y de la misma calidad de la tela del cuello y de las franjas.

El color de las bocamangas será como sigue:

a) Para los jueces de la Suprema Corte, morado obispo;
b) Para los jueces de las cortes de apelación y del Tribunal de Tierras, la mitad superior, morado obispo y la otra mitad negra;
c) Para los jueces de primera instancia, negra con un filete morado obispo de un cuarto de pulgada de ancho en el borde superior;
d) Para los procuradores generales y procuradores fiscales, negra y azul copenhague en la forma usada por los jueces de las cortes o tribunales donde ejercen sus funciones;
e) Para los abogados, la bocamanga será negra”. (La bocamanga es la parte inferior de la manga, por donde sobresale la mano)”.

La ley que mencionamos, en su artículo citado, también indica cómo debe ser el birrete:

“El birrete será hexagonal, de color negro y confeccionado en el mismo material del cuello de la toga. Deberá llevar una borla redonda de hilos de seda, en el centro de la parte superior. Esta borla será de color morado obispo para los jueces, azul copenhague para los procuradores generales y los procuradores fiscales y blanca para los abogados”.

La ley establece otra formalidad adicional en el vestir para las audiencias: el uso de camisa blanca y corbata negra.

Desde que yo era estudiante de Derecho, algunos propugnaban, en los pasillos universitarios, por la eliminación de la toga y el birrete. Esa discusión la he escuchado en algunos corrillos judiciales. El argumento más común: en un país tropical, con unas salas de audiencia en las cuales, en su mayoría, no hay aire acondicionado, es una verdadera molestia estar todo el tiempo con una ropa “prieta”. ¡Sobre todo en las audiencias penales de fondo, de duración maratónica!

Ciertamente, en muchos países solo los jueces usan togas y no llevan el birrete calado. Ejemplo de ello ocurre en los Estados Unidos. Me viene a la mente el famoso “juicio del siglo”, seguido a O. J. Simpson por el asesinato de su esposa y un amigo, entre 1994 y 1995. Solo tenía toga puesta el juez Lance Ito, ni Johnny Cochrane, ni el famoso “dream team” de la defensa llevaba toga, tampoco los persecutores, encabezados por Marcia Clark. Los hombres iban con la formalidad de saco y corbata y las mujeres con traje formal.

Es bueno apuntar que, en la República Dominicana, hasta la Ley de Organización Judicial de 1927, no era obligatorio el uso de toga y birrete. Sin embargo, había un uso. Muestra de ello es la fotografía de Tomás Bobadilla y Briones, primer presidente dominicano en 1844, en la cual se distingue claramente el birrete y la vestimenta formal.

Recuerdo que en mis tiempos de juez, en el Palacio de Justicia de Santiago, participé en sondeos informales entre jueces respecto al uso de toga y birrete: la mayoría estaba de acuerdo en que su uso debía mantenerse como un símbolo de solemnidad estandarizado. Razonaba alguno que si no se definía claramente cuál era la formalidad exigida, nos arriesgaríamos a que cada quien interpretara “vestimenta formal” como le diera la gana y que ello condujera a una falta de respeto cotidiana del orden que debe primar en los salones de audiencia.

En algunos tribunales interpretan esto hasta excesivamente. Recuerdo que una distinguida colega y exalumna tenía su camisa blanca, su corbata negra y su toga y birrete conforme la ley. Tenía además, una chaqueta color mamey sobre su blusa blanca. La secretaria del tribunal le urgió que se quitara la chaqueta, antes de que quien presidía el tribunal se lo exigiera.

Mientras tanto, todos seguiremos usando toga y birrete en la República Dominicana. Y el que tenga calor que lleve su abanico.

| Virtudes de la abogacía

Pautas para mejorar la comunicación profesional

La educación es un punto cardinal en la agenda nacional y el porqué no es extraño para ningún dominicano. Lejos de los problemas presupuestales, de la necesaria construcción de escuelas y de los sueldos de los maestros, la educación va mucho más allá que enseñar a leer y escribir, pero esto quizás no lo advertimos cuando una persona llega a un nivel académico profesional. Cabe preguntarnos entonces, ¿sabemos los profesionales leer y escribir correctamente? La respuesta es simple y alarmante: no siempre.

La preocupación sobre el correcto uso del idioma en nuestro país está bien justificada. Descontando aquí el hecho de que los profesionales somos ignorantes en las áreas que se encuentran fuera de nuestra disciplina, dejamos mucho qué desear al escribir con deficiencias en el uso del español, con el escaso conocimiento disciplinar que demostramos muchas de las veces en la exposición de algún tema y con el bajo nivel de comprensión de textos en general. Así que, por más que quisiéramos reducir la educación base al conocimiento de las habilidades de leer y escribir, nuestro problema es mucho más profundo y crítico.

El profesional de hoy día tiene tantas herramientas a su alcance para lograr el conocimiento, que se olvida de lo básico. Ejemplo de esto es que se “come” las tildes, olvida que las preguntas directas deben encerrarse en signos de interrogación (¿?) y escribe cuchucientas palabras en un párrafo de una sola oración. Todo esto es solo una muestra del descuido y de las dificultades con el uso de nuestro idioma. Definitivamente hace falta un cambio, pero un cambio que nazca de nosotros mismos. En este artículo presentaré mis consejos para vencer algunos de los errores más comunes que afectan la comunicación profesional.

Hay que tener presente que del profesional –sin importar el área– se espera una alta calificación. Esto implica, y es especialmente relevante para las profesiones liberales como contadores, abogados y médicos, ser competentes en la escritura. Para ilustrar con ejemplos esta postura, imaginemos el pan de cada día: escribir un correo electrónico. Una vez recibí un correo con tan mala puntuación que no entendí que mi colega me hacía una pregunta, sino que interpreté que me estaba reportando algo que había sucedido. Es posible que ella pensara que por ser nosotras de la misma profesión, yo la entendería, pero, ¡nada más lejos de la realidad! Por esta razón recomiendo releer los escritos y ponerse en el lugar del lector. Es aconsejable hacerse la pregunta: ¿entenderá mi lector lo que quiero comunicar? Es muy probable que usted pueda detectar sus propios errores si lee detenidamente lo que ha escrito sin darle a las palabras la entonación que usted le daría con su voz.

Otro punto sumamente importante es tomar en cuenta el tipo de escrito que se quiere redactar, porque no es lo mismo rendir cuentas de un proyecto que elaborar un escrito de defensa. El primero corresponde a la estructura de un informe –incluso, muchas veces técnico–, mientras el segundo es un ensayo argumentativo. Para trabajar este aspecto en la escritura existen muchos libros prácticos, instructivos en línea e incluso talleres que ofrecen instituciones educativas y empresariales.

Un tercer punto es distinguir el nivel del lector a quien se dirige su escrito. Este elemento tiene dos vertientes: una es que el nivel de la instrucción del lector determinará el vocabulario a emplear, y la segunda es que resulta importante determinar qué tan enterado está mi lector de lo que se expone en el escrito. De modo que, si soy abogada y dirijo mi escrito a un juez, pues la terminología jurídica será entendida por el lector; caso contrario de si dirijo una carta a mi cliente. En cuanto a la segunda vertiente, tendré que dar mayores detalles de mi exposición en un informe si lo rindo a una junta directiva que no está al tanto de mis actuaciones, a diferencia de si dirijo el mismo informe a mi superior inmediato, quien conoce mejor el proyecto del que le rindo cuentas.

Hasta ahora hemos visto puntos muy prácticos que pueden ayudar al profesional a tener una perspectiva más completa al momento de escribir. Sin embargo, no hemos mencionado todavía aquellas prácticas que pueden mejorar el uso del idioma y la ortografía en general. Podrían parecer muy básicas, pero las que enumero a continuación son las prácticas que nos pueden ayudar a superar deficiencias en la comunicación profesional:

1. Lo principal es leer. Leer todo lo que llegue a nuestras manos es una práctica sana, pero hace falta también seleccionar buenos textos para cultivar el vocabulario y ejercitar la lectura comprensiva. También es necesario incluir en las lecturas seleccionadas obras de literatura o de áreas del saber distintas a la que ejercemos, para evitar limitar nuestros conocimientos a los de la propia profesión.

2. Realizar ejercicios de escritura. Puede ser tan sencillo como leer un artículo del periódico y escribir un comentario de dos párrafos al respecto, o buscar en nuestros archivos algún informe o escrito y mejorarlo.

3. Practicar la buena ortografía. Esto se logra dando igual importancia a la ortografía empleada en el chat de WhatsApp –por poner un ejemplo–, que en un informe para un cliente. Esto nos permitirá tomar conciencia de nuestra propia escritura y de los errores que normalmente cometemos.

Un profesional no puede evitar leer y escribir, pero debe procurar hacerlo bien y mejorar con el tiempo. Esto garantiza una mayor competencia profesional y una comunicación más efectiva.

| Virtudes de la abogacía

¿Qué se siente?

Durante muchos años, 17 para ser exactos, ocupé el cargo de Juez, primero en una sala civil de Santiago y luego en el Tribunal Superior de Tierras del Departamento Este. Luego de todos esos años, decidí que había llegado la hora de buscar otros rumbos profesionales y personales. Así lo expresé en mi carta de renuncia, dirigida al Consejo del Poder Judicial, en fecha 6 de abril de 2015, con efectividad el 1 de mayo.

En fin, que el día 5 de mayo me reintegré al ejercicio de la profesión de abogado; al día siguiente, me tocó subir a audiencia por primera vez, “del otro lado”. Desde ese entonces, la pregunta que más me han hecho, propios y extraños es: ¿qué se siente? Me la han hecho mis padres, hermanos, amigos, colegas, alumnos y hasta desconocidos.

Para no desentonar con la moda de publicarlo todo en las redes sociales, he colgado algunas fotos de mi “nueva vida”; el número de likes queda como testimonio evidente de la curiosidad de mis amigos virtuales. Y es que, durante todos esos años, se me asociaba con el estrado, con la toga de Juez. Mi profesor, amigo y colega José Luis Taveras me dijo, cuando le hice partícipe de mi decisión: “pero si usted es un hombre de mallete”, como queriendo decir que no me veía en otro lado del estrado que no fuera el de administrador de justicia.
Mi respuesta a la cuestionante plasmada en el encabezado de este artículo seguramente habrá sorprendido a más de uno: nada especial. Desde antes de renunciar, comencé a mentalizarme, a tomar conciencia de que ya no sería juez sino abogado en ejercicio, y por lo tanto, mi manera de pensar también tenía que variar en consecuencia o, para estar en la onda, tenía que cambiar el chip.

La transición la ha facilitado el lugar que escogí para retornar al ejercicio profesional: la firma Estrella & Tupete, Abogados, donde me he encontrado con la particularidad de que todos los abogados, empezando por el Socio Gerente, han sido mis alumnos. Por eso, muchos me llaman profesor, apelativo que no me desagrada, y me he sentido querido, respetado y bienvenido desde mi llegada.
De lo que relato hace solo dos meses y poquitos días, aunque parece como si fuera hace años. Quizás cuando cumpla 17 años de mi nuevo inicio en el ejercicio, esté en condiciones de dar una mejor respuesta a la pregunta que da título a esta breve reflexión: ¿qué se siente?