Pautas para mejorar la comunicación profesional

La educación es un punto cardinal en la agenda nacional y el porqué no es extraño para ningún dominicano. Lejos de los problemas presupuestales, de la necesaria construcción de escuelas y de los sueldos de los maestros, la educación va mucho más allá que enseñar a leer y escribir, pero esto quizás no lo advertimos cuando una persona llega a un nivel académico profesional. Cabe preguntarnos entonces, ¿sabemos los profesionales leer y escribir correctamente? La respuesta es simple y alarmante: no siempre.

La preocupación sobre el correcto uso del idioma en nuestro país está bien justificada. Descontando aquí el hecho de que los profesionales somos ignorantes en las áreas que se encuentran fuera de nuestra disciplina, dejamos mucho qué desear al escribir con deficiencias en el uso del español, con el escaso conocimiento disciplinar que demostramos muchas de las veces en la exposición de algún tema y con el bajo nivel de comprensión de textos en general. Así que, por más que quisiéramos reducir la educación base al conocimiento de las habilidades de leer y escribir, nuestro problema es mucho más profundo y crítico.

El profesional de hoy día tiene tantas herramientas a su alcance para lograr el conocimiento, que se olvida de lo básico. Ejemplo de esto es que se “come” las tildes, olvida que las preguntas directas deben encerrarse en signos de interrogación (¿?) y escribe cuchucientas palabras en un párrafo de una sola oración. Todo esto es solo una muestra del descuido y de las dificultades con el uso de nuestro idioma. Definitivamente hace falta un cambio, pero un cambio que nazca de nosotros mismos. En este artículo presentaré mis consejos para vencer algunos de los errores más comunes que afectan la comunicación profesional.

Hay que tener presente que del profesional –sin importar el área– se espera una alta calificación. Esto implica, y es especialmente relevante para las profesiones liberales como contadores, abogados y médicos, ser competentes en la escritura. Para ilustrar con ejemplos esta postura, imaginemos el pan de cada día: escribir un correo electrónico. Una vez recibí un correo con tan mala puntuación que no entendí que mi colega me hacía una pregunta, sino que interpreté que me estaba reportando algo que había sucedido. Es posible que ella pensara que por ser nosotras de la misma profesión, yo la entendería, pero, ¡nada más lejos de la realidad! Por esta razón recomiendo releer los escritos y ponerse en el lugar del lector. Es aconsejable hacerse la pregunta: ¿entenderá mi lector lo que quiero comunicar? Es muy probable que usted pueda detectar sus propios errores si lee detenidamente lo que ha escrito sin darle a las palabras la entonación que usted le daría con su voz.

Otro punto sumamente importante es tomar en cuenta el tipo de escrito que se quiere redactar, porque no es lo mismo rendir cuentas de un proyecto que elaborar un escrito de defensa. El primero corresponde a la estructura de un informe –incluso, muchas veces técnico–, mientras el segundo es un ensayo argumentativo. Para trabajar este aspecto en la escritura existen muchos libros prácticos, instructivos en línea e incluso talleres que ofrecen instituciones educativas y empresariales.

Un tercer punto es distinguir el nivel del lector a quien se dirige su escrito. Este elemento tiene dos vertientes: una es que el nivel de la instrucción del lector determinará el vocabulario a emplear, y la segunda es que resulta importante determinar qué tan enterado está mi lector de lo que se expone en el escrito. De modo que, si soy abogada y dirijo mi escrito a un juez, pues la terminología jurídica será entendida por el lector; caso contrario de si dirijo una carta a mi cliente. En cuanto a la segunda vertiente, tendré que dar mayores detalles de mi exposición en un informe si lo rindo a una junta directiva que no está al tanto de mis actuaciones, a diferencia de si dirijo el mismo informe a mi superior inmediato, quien conoce mejor el proyecto del que le rindo cuentas.

Hasta ahora hemos visto puntos muy prácticos que pueden ayudar al profesional a tener una perspectiva más completa al momento de escribir. Sin embargo, no hemos mencionado todavía aquellas prácticas que pueden mejorar el uso del idioma y la ortografía en general. Podrían parecer muy básicas, pero las que enumero a continuación son las prácticas que nos pueden ayudar a superar deficiencias en la comunicación profesional:

1. Lo principal es leer. Leer todo lo que llegue a nuestras manos es una práctica sana, pero hace falta también seleccionar buenos textos para cultivar el vocabulario y ejercitar la lectura comprensiva. También es necesario incluir en las lecturas seleccionadas obras de literatura o de áreas del saber distintas a la que ejercemos, para evitar limitar nuestros conocimientos a los de la propia profesión.

2. Realizar ejercicios de escritura. Puede ser tan sencillo como leer un artículo del periódico y escribir un comentario de dos párrafos al respecto, o buscar en nuestros archivos algún informe o escrito y mejorarlo.

3. Practicar la buena ortografía. Esto se logra dando igual importancia a la ortografía empleada en el chat de WhatsApp –por poner un ejemplo–, que en un informe para un cliente. Esto nos permitirá tomar conciencia de nuestra propia escritura y de los errores que normalmente cometemos.

Un profesional no puede evitar leer y escribir, pero debe procurar hacerlo bien y mejorar con el tiempo. Esto garantiza una mayor competencia profesional y una comunicación más efectiva.