El deporte como herramienta de prevención del delito en la República Dominicana
No es secreto para nadie que uno de los principales desafíos sociales de la República Dominicana es la delincuencia y la inseguridad ciudadana. A medida que aumentan los niveles de violencia y criminalidad en el país, se hace indispensable traer al debate soluciones alternas que aborden el problema desde la raíz y no respondan a medidas reactivas y populistas que eventualmente no garantizan resultados perdurables en el tiempo. En ese sentido, el deporte se presenta no solo como una actividad recreativa o de entretenimiento, sino como una herramienta transformadora con un poderoso impacto preventivo.
La Constitución dominicana reconoce expresamente el derecho al deporte. En el artículo 65 establece que toda persona tiene derecho a la educación física, al deporte y la recreación, y que es responsabilidad del Estado promover, incentivar y apoyar estas actividades como parte de las políticas públicas de educación y salud. En una reciente decisión, el Tribunal Constitucional reafirmó esta visión en la Sentencia TC/0069/25 al indicar que "El derecho al deporte es esencial para el desarrollo de la cultura y la educación, contribuyendo al bienestar físico, psíquico y social del ciudadano", resaltando nueva vez el rol formativo del deporte y su impacto directo en la sociedad.
Por otro lado, el Estado y sus actores no pueden obviar la responsabilidad de abordar la prevención del delito mediante estrategias novedosas que eviten que los ciudadanos, especialmente los jóvenes, se vean involucrados en actividades delictivas. Factores como la marginación, pobreza, falta de oportunidades y la violencia, sobretodo en los sectores vulnerables son elementos que empujan a muchos jóvenes hacia conductas antisociales. Por eso, hemos sido abanderados de que políticas públicas orientadas hacia el deporte presentan una alternativa efectiva para la prevención del delito.
Dentro de los beneficios del deporte es importante resaltar, que no solo tiene efectos positivos para la salud y el cuerpo, sino que también fortalece la salud mental. Deportes como el baloncesto mejora la estimulación cerebral y la función cognitiva, y promueve la toma de decisiones rápidas, la memoria, la atención y el pensamiento estratégico. Estos beneficios lo convierten en un instrumento para el desarrollo de disciplina, liderazgo, trabajo en equipo y resiliencia; valores esenciales para el éxito de cualquier persona. En ese mismo orden, el deporte tiene un impacto importante en las comunidades, ya que promueve el sentido de pertenencia, evita el ocio y fortalece los lazos entre sus habitantes.
En sectores donde el crimen representa un camino rápido hacia el "éxito", el deporte ofrece una opción divertida y legítima. A través de programas bien diseñados, los jóvenes pueden encontrar el apoyo y reconocimiento que necesitan. El deporte también ayuda a crear referentes y modelos a seguir, tanto dentro como fuera de la cancha, oportunidades educativas y laborales y un camino hacia la inclusión social. Según estudios locales, un 63% de los jóvenes de nuestro país nunca han participado en un programa deportivo. Este dato representa tanto una preocupación como una oportunidad de intervención.
Para que el deporte funcione como política de prevención del delito se requieren esfuerzos coordinados entre el Estado, la sociedad civil y el sector privado. Entre ellos se hace urgente reforzar el deporte en el sistema educativo convirtiéndolo en un eje fundamental de la educación. Además, aumentar la inversión en infraestructuras deportivas que garanticen más canchas de calidad, iluminación adecuada y espacios seguros. Por otro lado, la formación de entrenadores en valores, confianza y conocimientos técnicos es vital para asegurarnos de la capacidad de liderazgo de quienes guían a nuestros jóvenes. Los programas deben tener abordajes integrales que combinen deporte, educación y orientación familiar, para contar con un seguimiento profesional, que incluyan otros aspectos como la nutrición, psicología y educación académica, asegurando que nuestros jóvenes no solo estén bien en el juego, sino también en la casa y en la escuela.
Por otro lado, es importante el levantamiento de estadísticas sobre los sectores, actores y horarios donde existen los picos de delincuencia juvenil. Esta es la única manera de abordar y monitorear la problemática en base a la realidad de nuestro país. La creación de programas de calidad y consistentes e intercambios deportivos bien organizados ofrecen una variante y distracción al crimen para estos jóvenes. Estos tipos de actividades buscan resultados concretos en prevenir las asociaciones ilícitas y aspirar a la reducción de arrestos. Por último, pero muy importante, la creación de políticas públicas que ofrezcan incentivos estatales para motivar a que las familias mantengan a los niños y jóvenes practicando deportes. Así también, crear oportunidades de incentivos fiscales que permitan construir alianzas estratégicas con el sector empresarial, con el objetivo de lograr sostener los programas deportivos a largo plazo.
Es fundamental crear desde temprano, la oportunidad para que las familias dominicanas, sobretodo los niños y adolescentes, descubran que el deporte cambia vidas, en todos los sentidos. No se trata solo de formar los futuros Pedro Martínez, Al Horford o Félix Sánchez, sino de forjar mejores ciudadanos. El deporte debe ser un pilar fundamental para prevenir y combatir la delincuencia en la República Dominicana, y tenemos a nuestra disposición una herramienta potente que puede atacar el problema desde su origen ofreciendo resultados tangibles para las próximas generaciones.